domingo, 23 de noviembre de 2014

NIEBLA Y ESCARCHA







El rocío de las mañanas se transformó en escarcha. Todo se congeló, excepto la luz. Y la luz descongelaba el tiempo, que  obligaba al día a despertarse.
Lyn madrugaba más que el día, y más que la luz. Él aún dormía. Se quedó mirándole un rato pensando si soñaría, y en qué.  Había visto cómo sus brazos tumbaron sin piedad  las columnas del templo, ahora lejano ; sus ojos fueron testigos del metal doblándose sumiso entre la punta de sus dedos. Había contemplado en la distancia su ira en la batalla. Era probable que ni siquiera soñara. Pero parecía que sí. Mirando aquella sonrisa liviana, el mechón de cabello resbalando de puntillas en la mejilla, su respiración limpia y pausada, en armonía perfecta con el viento, parecía que soñaba con lo mismo que ella…



Ella, soñaba casi siempre con el mar. Sus sueños eran azules, dorados a veces. Eran blancos y rugían; o se acostaban en la arena templada y la envolvían como el vientre de una madre. Sus sueños galopaban  sobre su caballo de espuma. Y sonaban a agua, olían a sal y a piedra mojada, y a los mil aromas de las flores extrañas del acantilado.





El reflejo naranja del fuego se regocijaba en una danza hipnótica sobre su rostro. Así, cómo la única espectadora de una función irrepetible, se quedó un rato más. Mucho rato más. Su cuerpo no quería moverse, imitando la pereza del día. Se entristeció un momento pensando si él no podría volver a soñar nunca. Decían en los pueblos que los locos no soñaban. Y lo decían en los caminos, en las posadas y en los templos. Pero él le había dicho que sí; y que los locos eran ellos. Que él, soñaba siempre, incluso despierto. Y  le creyó.

Se levantó al fin, despacio. Las piernas, tan largas, estorbaban siempre si se tenía su ímpetu. Se enredaban en detalles, como si no quisieran irse. Tenía que despertarle. Tenían que irse,  encontrar el camino que les llevaría hasta el mar. Miró el fuego, seguía danzando sólo para ella. Y se entretuvo demasiado recogiendo los enseres, esquivando el viento helado, preparando su caballo, descifrando el tiempo que faltaba en las estrellas que quedaban…


M.D.G.R.




Perdón si tardé, estoy en "sin ideas", me hecho vaga y estoy intentando hacerme irresponsable.
Muchos besos









lunes, 3 de noviembre de 2014

YACER AL ALBA





"Confió de nuevo en el amanecer, en tregua con sus noches eternas.
Así, sin dormir, regresó a su santuario de tierras verdes y ocres ,
de remolinos de silencios que aún escucha.
El vuelo del halcón atrapaba la luz  tenue y confusa del despertar,
difuminando el tiempo;  esparciendo, en ritmo de  latidos,
 el viento entre las nubes.
Lo siguió sin pestañear, cómo si sólo hubiera regresado para verlo partir.
Para ver su estela  seguir, sin dudas,  hacia el  destino incierto.
Hasta perderlo para siempre en el horizonte esquivo, insidioso.
Miró alrededor, buscando. Sólo encontró las gotas de rocío sobre las hojas;
sobre las flores heladas, sobre los tallos azules y las últimas rosas.
Se acercó, sin pensar, a aquellas  lágrimas del aire.

Sonrió. Tan solo yacían,  tapizando el mundo de pureza"


Mónica D.G.R.