miércoles, 29 de junio de 2016

ESTÍO







"Lo que más me gusta del verano, es que el invierno está por venir"

Cosecha Propia


Amigos....yo también me tomo un respiro ...A lo mejor publico algo, pero muy de vez en cuando durante un par de mases. No me voy al Caribe, pero intentaré andar por los bosques, los ríos, los parques, la mar si es posible de noche o en tormenta, y también recorrer mi preciosa ciudad, repasar sus museos y sus leyendas, y pisar sus piedras de Historia, y sus rincones y callejuelas reviradas, las que me han visto nacer y crecer, ahora que casi todos la dejan sola ;) Y un poquito por aquí, como no:)
Se ralentiza el ritmo, se aprovecha la luz; soy una pesimista muy positiva, no es incompatible: así que, a por el sol!!!
Un besazo, nos vemos:)







Pa´tí




lunes, 27 de junio de 2016

SUEÑOS DE UNA TARDE DE VERANO









"Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba"



(de VIENTO DEL PUEBLO, Miguel Hernández)

lunes, 20 de junio de 2016

LÁNGUIDA







Se acomodó en el lado izquierdo del sofá y cruzó las piernas. Siempre le habían aconsejado personas mucho más listas que ella que pensar tanto no era bueno, que debería intentar cambiar. Le parecía imposible; y aburrido. Pero resultó que funcionaba.
A esa hora de la tarde aún entraba con algo de fuerza el sol rebotado en los cristales de los vecinos. La luz amarilla inundaba el salón como una ola suave que acaricia la arena en un amplio y sinuoso recorrido por cada resquicio de piel, por cada hueco, hasta alcanzar agotada las esquinas. Se quedó mirando fijamente, sin importarle porqué, los graciosos flecos dorados y verdes que caían ondulados, en un orden perfecto, desde los bordes de la repisa de madera oscura al lado del radiador. La costumbre de pensar era más fuerte, y reparó de repente en la quietud, en la asombrosa paciencia y lealtad de las cosas. Aquellos flecos, brillando bajo los haces de luz, llevaban allí muchos años. Estuvieron cuando las risas de los juegos de las niñas aún no eran un eco muy lejano. Y en las comuniones, los cumpleaños, las navidades. Seguían en el mismo lugar, siempre impolutos, mientras sucedió todo aquello. También en las tormentas y los gritos. Y mientras no estaba nadie. 
Recorrió con una mirada sagaz todas las otras cosas. El jarrón de cristal con dibujos en oro, el tapete que cruzaba la enorme mesa de comedor, la talla de madera de su madre...los cuadros. Algunas cosas eran más vulgares que otras. Pero todas desprendían una exquisita dignidad que no había sucumbido a los años. Daba la impresión, al mirarlas, de que todo podía seguir siendo igual que antes.
Entró en la habitación. Allí casi todo era nuevo. Era más bonito, pero le gustaba menos. 
Casi todo era nuevo, pero no la pequeña figurita blanca y violeta en forma de corazón de aquel día de la madre. En un rincón, altiva, desafiaba el diseño moderno de estos otros muebles; y vencía. 
Las cosas no se movían, ni lloraban. Ella sabían que sólo eran eso. Cosas. Pero parecían vivir. Y recordar.
¿Seguirían allí dentro de unos años? ¿Contemplaría alguien los flecos verdes y dorados en alguna tarde, a media luz? ¿Quién?
O desaparecerían, quizás. Puede que los tiraran sin pestañear en algún contenedor, y rodaran rompiéndose en mil pedazos en su camino al vertedero. Puede que los donaran, o los vendieran. Quién sabe dónde irían.
Atravesó el pasillo y entró en el otro cuarto, más pequeño. Sin darse cuenta se estaba haciendo de noche.  Entonces se fijó por primera vez en mucho tiempo en el tic-tac del reloj de los pajaritos. Encima de la puerta, seguía también intacto, funcionaba perfectamente. Era precioso. Siempre que entraba antes en aquel cuarto lo miraba, le encantaba. Pensó entonces cuántos sonidos amortiguaba el ruido del día, las prisas, los problemas, las excusas, las personas. Cuanto mundo había detrás del mundo.
Bajó por fin al jardín con las últimas luces del día y se sentó en uno de sus rincones favoritos. Aunque sentía que aquella era su casa, lo sentía sobre todo allí. El jardín sí era suyo, y a nadie le gustaba más que a ella. Tranquilamente y sin pensar, como le habían dicho, se fijó en las margaritas blancas que había plantado hacía algún tiempo. Que fuertes, que fieles. Se inclinaban ligeramente hacia abajo, allí sólo regaba bien ella; lo haría más tarde. Una de ellas tenía los pétalos doblados, y, sin pretenderlo, aquella languidez le resultó más hermosa que la lozanía del resto. Mañana por la mañana lucirían de nuevo erguidas, radiantes, una vez saciada la sed; siempre lo hacían.









martes, 14 de junio de 2016

AL VIENTO





..De tanto gritar mis canciones al viento
ya no soy como ayer, ya no sé lo que siento...









Nunca pensé yo que pondría esta canción..jeje, que vida..Aunque en cosas de la música, no le hago ascos a (casi) nada :)
Feliz semana de Junio