miércoles, 15 de octubre de 2014

COBARDES



Para Cris...también




"...Vuestro miedo exige al mundo

batallones de murallas,
barreras de plomo a orillas
de precipicios y zanjas
para vuestra pobre vida,
mezquina de sangre y ansias...."



Los Cobardes  (Viento del Pueblo)
Miguel Hernández





Pues eso; en tiempos de cobardes, nos acordamos, claro que sí, de aquellas palabras que el poeta del pueblo les dedicaba. Ya de aquella. 
Eso sí; que recen, que se les da bien,  para que no llegue  un día en que se les escapen los lobos...y sobre todo, para que no se les escapen con hambre.


Feliz semana:)









lunes, 6 de octubre de 2014

GALLAROTOS





Recuerdo cómo mi abuela nos vaciaba y tallaba gallarotos para jugar, cuando éramos niñas. Me encantaba contemplarla cogiendo esas extrañas bolas de los árboles, verla manipularlos con destreza...Ella era otra niña, pero más alta, vestida con su atuendo negro lleno de luz , haciendo magia con las manos y una varita en forma de navaja.

Suelo ir a un maravilloso robledal cercano a donde vivo; a veces nos vamos a lugares más lejos que el carajo, cuando tenemos rincones olvidados, escondidos y asombrosamente vírgenes delante de nuestras narices.

Paseando por el corazón del bosque, persigo las huellas de mi querido tejón, me entretengo contando las brillantes telarañas que atrapan el tiempo y busco los manantiales mágicos que son hogar de las ninfas a las que pido un deseo, que se parece siempre al último; que no se acaba de cumplir.





Allí, bajo la luz dorada, atenuada por las hojas sabias del los robles, me siento a salvo. Y esperanzada. Porque está lleno de los añorados gallarotos (o gallaritas, o gallarutos..) de mi abuela. Esas atrayentes esferas que no son más que la defensa del árbol sagrado ante la picadura de un parásito; un tipo peculiar de agallas.

Últimamente me da pavor ver las noticias. Como dijo el sabio Buenafuente..."mi cabeza ya no puede procesar tanta mierda..." Así que utilizo el paseo con mi marido por el robledal como terapia. Allí hay tantas agallas, tan lustrosas, tan abundantes... que se atenúa en gran medida mi desazón por su escasez en todos los demás lugares y acontecimientos cotidianos.

Así parece que es...Siempre nos quedarán los robles...




*Intento escribir más, Mª Jesús, pero no sé si me sale:) Un beso otoñal...








miércoles, 1 de octubre de 2014

LA MEMORIA ANDADA






Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra

manera y, sin embargo, sucedieron así
(El Camino)
Miguel Delibes



El Camino, de Miguel Delibes, fue uno de los primeros libros que leí. Que no era uno de  los de Julio Verne que me regalaba mi tía, ni de los tebeos manoseados que nos prestaba mi hermano a cambio de putearnos un rato antes, ni aquellos de Los Cinco o de la famila Hollister, creo que se llamaban así.
Uno de esos primeros libros que eran de mayores, y, como ya eras mayor, te concedían el privilegio de la duda...sobre si lo acabarías leyendo, o tirándoselo a la cabeza a esa amiguita insoportable que todos tuvimos.
Es curioso cómo la gente suele recordar la edad exacta que tenía, cuando cuenta una anécdota, o como fue inequívocamente el orden de las cosas que pasaron, el tiempo que hacía justamente en ese momento, los colores y aromas en el aire...
Mis recuerdos son vagos en las formas. Y media mentira. Durante todo el tiempo que hay detrás de aquello que pasó, mis neuronas...supongo...han ido fortaleciendo y haciendo indestructible el camino a aquellos instantes mágicos. Pero a la vez, cambiándolo, transformando la realidad a su curioso gusto, haciendo de una verdad, su verdad. 
Y yo, que las he pillado "in fraganti", recorriendo esos vericuetos de la memoria más andada, no me atrevo a reñirlas. Ni podría. Son mucho más rápidas, y no tienen remordimiento de conciencia. O eso que nos dijeron que debíamos tener para ser gente de bien, el día de mañana.
Y las he pillado porque me releo: muy pocas veces, lo reconozco, escribo un diario. Mucho tiempo después, cuando un impulso inquietante y remilgado me lo trae a las manos y a los ojos...me da la risa.

Sí, pasó algo parecido a aquello, aquel día.

En aquel día parecido a lo que recordaba, sin embargo, sucedieron las cosas en otro orden. Con diferente intensidad; incluso, sucedieron algunas más de las que no tenía noción...hasta ahora. Eso sí, aún no he encontrado una sola que yo recuerde, y no hubiera pasado. Al menos, ahí no llegan, aún.

Aunque Delibes no es de mis favoritos, aunque me guste, mi recuerdo susurra que este libro me encantó. Recuerdo también que lo intenté con Cien Años de Soledad, de García Márquez, este brillaba en la extensa biblioteca de mi querido hermano.Y me pareció, de aquella, imposible para mí. Infumable, decimos ahora. De modo que allí quedó...brillando, cada vez menos (todo hay que decirlo) por los siglos de los siglos...

Hasta hace pocos meses...claro. Ni que decir que García Márquez ahora me encanta, y que el libro en cuestión, me parece de lo más bello que he leído, y probablemente de lo que leeré, pues no leo mucho.

Podría escribir hoy unas líneas para reírme con mis neuronas (las que me queden) dentro de unos años...Aunque no lo haré. Porque será una verdad a medias, una mentira entera para los demás, y porque, quizás, no haga ni falta....


Besos