miércoles, 27 de abril de 2016

DE AMOR








Escuché una vez a Antonio Gala decir algo así como que todas las desgracias ocurren por un defecto, o por un exceso de amor. Pienso a veces que el amor, tal y como lo entendemos, está sobrestimado. Aunque yo pienso demasiado, o al menos eso me dicen algunos. 
Pensar debe ser como amar, entonces. Buscando su medida adecuada, te pasas la vida haciéndolo muy poco, o demasiado. 
Hace poco, sin embargo, caí en la cuenta de algo que había aprendido de pequeña, pero se me había olvidado. O más que olvidado, escondido en alguno de esos desvanes de la memoria que quieres cerrar tan bien, que guardas la llave en un lugar que después no consigues encontrar. Pero la encontré, como siempre suele suceder, cuando no la buscaba.
Me acordé de que en ocasiones, se puede sentir, en vez de pensar. O, mejor dicho: que alguna parte esencial de nosotros no piensa jamás. 
Y dejé la puerta abierta. Y tiré la llave.







miércoles, 20 de abril de 2016

AMARILLAS






Mira que me gusta a mí que llueva. Que somos agua, del agua venimos y al agua iremos. Que cuando el agua no está, nosotros dejamos de estar. Y que limpito queda todo. Y que bien huele después. Y, por qué no decirlo, que despejado queda el paisaje de mosquitos. Y de moscones.

Pero que pare un poco, por favor. Que sople el viento y se lleve las nubes a dónde haga más falta, que nos vamos a volver patos. O ranas, quien sabe. Porque la evolución ahí está, aunque parezca que no....Igual que una vez se transformó y estiró nuestro miembro quiridio, y nuestros pulmones ganaron la batalla, podríamos volver atrás para poder sobrevivir.

Ah, que tiempos aquellos de la evolución. Todo lo que tuvimos que hacer. Bajar de los árboles, ponernos a caminar. Bastante. Que si el pulgar, que si la competencia "inter" y la otra, la chunga, la intraespecífica. Que si el fuego, que si ahora la cueva no me gusta, que si cazo yo o cazas tú, o los dos o ninguno. El lenguaje, escuchar, ver, tener que entenderse.

Nada emocionante como aquello parece que suceda ya. Ni siquiera podemos soñar con conquistar otros planetas a no ser a través de un viaje organizado. Como mucho, los que lleguemos (o lleguen) a mayores, pensar en conocer Marte, en vez de Venecia. O lo mismo nos mandan para allá con alguna excusa, para ahorrarse pensiones. O por no existir pensiones...

Nada comparable, sin embargo, a plasmar por vez primera un bisonte en la pared virgen de una cueva. Nada como bailar bajo las estrellas alrededor de un fuego hipnótico, tomar brebajes sin copago, bañarse desnudos bajo el agua sin contaminar de una cascada sin que te graben con el móvil.
Nada como no saber ni tener nada. Pero tener que saberlo, necesitar aprender. Necesitar conocer sin que te lo cuenten, Descubrir; eso es. Descubrir por primera vez un color, o una  flor, en tu primera primavera.





martes, 12 de abril de 2016