Todo se dispara mientras espera en la parada del bus. No ha pasado nada. No ha pensado en nada. No ha hecho nada. Pero aquí está. De pronto el mundo da un chasquido y todo gira a destiempo. Y se traba; vuelve a arrancar, pero no avanza. Viene una naúsea, y se ahoga. La gente no lo nota, ya sabe que hacer. No sirve de nada intentar respirar, ni no hacerlo. Ni no pensar, ni hacer nada. Su cuerpo lo hace por él, a su manera, como cree que tiene que ser; deprisa, descolocado, preparado para salir huyendo.
Comienza a marearse y nota eso dentro del pecho que se mueve solo. Pasa de pastilla; está harto. Se sienta en la marquesina, aturdido, y empieza a contar hacia atrás.
Por la mañana estaba bien. Todo estaba bien, como siempre. La gente por la calle, los coches por la calle, toda la vida estaba por la calle. De rato en rato veía la vida. Eran ráfagas cortas, locuaces, intermitentes. Ráfagas de risas de niños, de señoras volviendo con la compra. De repartidores en doble fila. Él era un figurante extraño, y lo veía desde atrás y desde lejos. Sin embargo, eran reales, podría tocarlos, si quisiera.
Había también vida en el parque, y en los bancos de la plaza, y en las esquinas. Dentro de los bares y en sus terrazas, incluso en todo ese ruido.
El ruido. Tan impertinente. Constante. Le recordaba la vida, toda esa de la que había que salir corriendo. Ya había contado cien hacia atrás tres veces, más otra de dos en dos. El pánico se diluía en los rayos de sol que reflejaban las ventanillas de los coches que pasaban. La gente también pasaba, sin cesar; de un lado a otro, como siempre, sin notar nada. Nada extraño, porque no había nada extraño que notar. Él era el extraño.
Llega el bus y sube, saluda como siempre; se sienta donde siempre. Los jóvenes delante de él que vienen del instituto parecen imbéciles...pero no lo son. Son más listos que nadie. Y son extraños, como él, en un mundo normal, tan normal, que le gustaría pararlo todo y volver a salir corriendo, una y otra vez.
Pero no huye. La respiración vuelve a su sitio. Le encanta respirar. Por la ventana se ve el verde de los parques; es primavera. Una primavera normal, frío y calor, luz y oscuridad. Una primavera bien jorobada, bien iluminada, bien ruidosa y bien llena; gorda y buena moza, como decían antes.
Ese verde bestial le recuerda súbitamente a su perro, que le espera en casa; para abalanzarse sobre él, y saltar alrededor, y lamerle, y salir a la calle, y a los parques y a las calles llenas de esa vida tan tenaz que le marca el paso de forma irreversible.
Su perro, sí; el verde de esa vida tan terroríficamente imprevisible, tan disfrazada de eficacia, tan desleal, le recuerda, sin embargo, cómo le miran los ojos de su perro. Entonces, justo ahí , se integra. Ese segundo miserable le arranca de bambalinas y le integra en la puta, asombrosa e inevitable vida.
Admiro tus escritos. Tienes la habilidad de mantener la atención desde el principio al fin.
ResponderEliminarSe nota el gran amor que le profesas a tu perro, él tan sólo el merece un especial protagonismo.
Besos
La foto es una preciosidad, tanto por el encuadre y el detalle del pelo como por la increíble mirada.
ResponderEliminarEl relato es estupendo Mónica
Que disfrutes de los días de fiesta, un abrazo
Esa puta vida sería mucho más difícil de llevar si al llegar a casa no nos esperaran unos ojos como esos, (u otros parecidos), un beso, una caricia, unas carreras, un paseo por el prado...
ResponderEliminarHumo te sueña.
Un abrazo.
ResponderEliminarRelatas muy bien y mantienes la tensión, y las ganas por llegar pronto al final. Me gusta.
Me gusta Humo, un perro guapo de verdad. Solo un pero le pondría. Los reflejos en los ojos no le sientan bien. La luz, en esta ocasión, no le ha ayudado... pero sigue siendo un guapo perro.
Un beso
· LMA · & · CR ·
Estoy empezando a querer a Humo. Interesante relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Bom dia, o texto da maneira que o escreveu é interessante e de fácil interpretação, a imagem do amigo é linda.
ResponderEliminarVotos de Páscoa repleta de alegria! Feliz Páscoa!
AG
Un relato trepidante, de los que se quiere conocer el final ya para rebajar la tensión :)))
ResponderEliminarY una mirada que dice más de la dueña que del propio perro dada la simbiosis que se adivina.
Abrazos, Moni.
Magnifica conjuncion del retrato y de las palabras... Muy buen trabajo
ResponderEliminarNo te voy a contar a tí para que vienen los perros a acompañarnos y que tienen que enseñarnos a cada uno, creo que ya te has dado cuenta.
ResponderEliminarLa foto habla sola y la música, sin saber lo que dice, me suena a tristeza...
Acabo de ver la letra y hay quienes pensamos que cuando te sientes raro, extraño, que no encajas, entonces y solo entonces estás en el camino correcto.
Un abrazo
Always nice to visit your blog !! You are a great photographer !!
ResponderEliminarHappy Easter !!
Muchas gracias a todos, espero ir poniéndome al día después de estas "minivacaciones" de semana santa...Un beso enorme:)
ResponderEliminarTras la Pasión abrazos de Resurrección... jajjajajaja...
ResponderEliminarChao, Moni.
Jjajajaj...ok, montón de abrazos resucitados, Ernesto:))
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