sábado, 8 de agosto de 2020

PRESBICIA








“Esta eres tú, los ojos cerrados, bajo la lluvia. Nunca imaginaste que harías algo así, nunca te habías visto como… no sé como describirlo, como una de esas personas a las que le gusta la luna o que pasan  horas contemplando el mar o una puesta de sol. Seguro que sabes de qué gente estoy hablando… o tal vez no. Da igual, a ti te gusta estar así, desafiando al frío, sintiendo como el agua empapa tu camiseta y te moja la piel, y notar como la tierra se vuelve mullida bajo tus pies  y el olor, y el sonido de la  lluvia al golpear las hojas. Todas esas cosas que dicen los libros que no has leido. Esta eres tú, quién lo iba a decir… tú.”

(Mi vida sin mi)


 

 No hago más que limpiar las gafas, cuando parece que ya están perfectamente transparentes me las pongo de nuevo, y no: esa niebla no desaparece.

Tengo muchas gafas de presbicia. Unas buenas que nunca uso, las perdería. Y un montón de gafas de mierda que podría perder tranquilamente, pero nunca se pierden del todo a pesar de que tampoco nunca las encuentro, ni se rompen. Son todas distintas, y todas están mal graduadas.  Así que tiene mucho más mérito del que parece que pueda ver una mariposa, o que pueda seguir escribiendo. Presbicia. Nada más que eso, y nada menos, a mis ojos perfectos y eficaces les toca ahora descifrar, mirar, ver detrás de toda esa persistente niebla.

Cuando abrí aquel día la puerta y regresé al mundo, el mundo seguía allí como si nunca hubiera dejado de estar yo en él. Menos mal que de lejos veo perfectamente, o no hubiera creído que el cielo seguía allí, igual de azul; el agua, las piedras y las flores. Todo como si nunca nadie hubiéramos faltado, o como que nunca hubiera estado nadie.

Disfruté del mundo como si fuera el primer día que lo pisaba. Él pareció implicarse en esa felicidad buscada, mucho más reconfortante que la que te encuentras por el camino, sí, ahora lo sé; la eliges. Es una felicidad libre.

Lo primero que hice fue ir a regar mi jardín nuevo. Lo encontré a punto de morir de sed. Y desde él, me fijé en el viejo. Están uno al lado de otro, de hecho creo que deben ser el mismo jardín, la diferencia debo habérmela imaginado. Me fijé más, esta vez. Entonces te vi: entre los hierros oxidados del viejo Patrol aparcado en una esquina, de baja temporal; no quise deshacerme de él del todo. Nunca te deshaces del todo de lo que crees que eres. Me acerqué y me fijé en la vieja tapicería gris claro, increíblemente limpia, el volante con las telarañas, la parte de atrás... dónde viajabas tú. El pequeño cenicero con imán y unas cuantas cintas de Tom Petty tiradas en un asiento. Estaba todo allí. Pero sobre todo, tú. 

Había perdido tanto tiempo buscándote, y tan lejos. Tuve que caminar horas, y días y meses entre los montes de escobas amarillas, subir las colinas en un verano que pareció invierno y mirar muy lejos, hacia el horizonte. Buscarte. Llamarte. Quedarme esperando. Pareciera a veces que vinieras a mi lado, despistándome para gastarme una broma. Volvía muy rápido la cabeza para sorprenderte. Y no.

 No estabas.

Me centré de nuevo en lo viejo y sí!...Te encontré también en los Lirios de la esquina, los que trajimos de aquel valle agostado y plantamos juntos aquí. Llevan años esperando a que los trasplante a un lugar de honor en lo nuevo, y aún no lo he hecho. Cada año vuelven a florecer en ese rincón gastado, apretados, relegados, como castigados por algo, puede que por haberse quedado conmigo y no haber muerto. 

Regresé también al hayedo de las mariposas, el único que es nuestro; y acerté. Te vi ya nada más llegar, frente a mi, en un claro giraban en el aire miles de mariposas en una espiral de luz y colores imposibles. Nuestro paraíso secreto seguía intacto, con su arroyo, con sus árboles centenarios y retorcidos, pude reconocer hasta la última piedra. Y eso no es tan fácil. Nuestro paraíso seguía allí porque era secreto. Prohibido.  Sentí que debería ser prohibido incluso para mí. Y pensé que alguien, por caridad, debería prohibirme de una vez por todas estar siempre volviendo.

Cuando pude por fin tornar al mundo, me recibió tan amablemente, con toda esa belleza...Fui feliz y también culpable. Miré nerviosa alrededor y sentí un momento mucha rabia. ¿Dónde estaban las respuestas? ¿Para qué, si no, todo? 

No había ninguna. No las habrá nunca, no existen, ni  han existido jamás. Dijiste, sonriendo, me lo dijiste. 

Sólo estábamos el mundo y yo. El cielo y yo. El viento y yo. El bosque y yo. Solos, y contigo: Tú, en aquel reducto antiguo sobre el musgo. Me acerqué a mirar de cerca, mucho más de cerca, no necesité mis gafas. Nos quedamos juntos mirando, forzando la vista hasta sangrar y ver tras esa puta niebla, y todo estaba allí: que hermoso era lo inútil, lo inservible, lo ignorado. Todo eso que no importa. Que no tuvimos que aprender, que no tenemos que guardar, que no tendremos que olvidar.




13 comentarios:

  1. Sola no, con las mariposas.
    ¿Que haces para hipnotizarlas?.
    La niebla te inspira, te deja ver lo que otros no vemos.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. No estaba hipnotizada, parecía que se había tomado veinte cafés cargados, la muy lagarta :D
    Es niebla...¿cuándo se irá, tejón del bosque?
    Muak

    ResponderEliminar
  3. Sola??... Ellas nos alegran y acompañan cuando vuelven Moni. Tuve la gran suerte de verlas despues de 100 el día que volví a salir.
    Fotaza!!Bbuen fin de semana. Cuídate.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. cuanta maravilla encierras querida
    entre tus letras y el arte de la fotografia en tu blog
    Un abrazo enorme para vos

    ResponderEliminar
  5. Muy hermoso como siempre. Levantas los estados de ánimo. Que suerte poder escribir así.😍😘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que suerte que tú me leas, Katy...Es el que lee, no el que escribe, el que lo hace todo mágico:)
      Un beso, amiga!

      Eliminar
  6. ·.
    "Nunca te deshaces del todo de lo que crees que eres"
    ¿tendré en complejo de Diógenes? No quiero deshacerme de mi vida. Vacío no me será necesario tener un esqueleto.
    Que bien escribes y que poco te prodigas...

    Un beso Mónica.

    LaMiradaAusente · & · CristalRasgado

    ResponderEliminar
  7. Gracias Alfonso, por falta de tiempo...se intentará volver. Un beso muy grande

    ResponderEliminar