…Comentarían que acudí a la cita, como siempre. Puntual, expectante, despacio.
Susurrarían que me aventuré tímida en su reino pétreo, buscándote, cuando me impacienté. Y que me atrapó el agua, que empujó adrede la luna, riéndose del sol, prisionero tras la tormenta.
Cuchichearían que estaba contigo, y que esperaste a mi lado, como siempre, todo ese tiempo.
Y que seguí esperando, a pesar de que me repitieron mil veces que no vería al sol ponerse hoy.
Dirían, como en un sollozo suave y mineral, que entonces sopló tu viento y arrastró lo gris.
Que el frío se tornó caricia. Y que me vieron, con su duro corazón encogido por la emoción, saludar al sol acostándose a tu vera.
Y se quedaron de piedra cuando, al irme, se vieron reflejadas en la esperanza húmeda y marrón de mis ojos.
¡Qué maravilla, que el sol se haya puesto para ti, en mi-nuestra tierra!
ResponderEliminarPues sí, para mí solita, je je...o al menos, a mí me ha gustado vivirlo así...(es la punta de San Vicente de O Grove)
ResponderEliminarUn abrazo grande!!
Quizá, quizá, esas piedras sean sumamente discretas... Un abrazo.
ResponderEliminarja ja, sí...son un poco "pillinas", callan mucho...
EliminarUn abrazo.