Trabazos. Comarca de La Cabrera. León. |
Era mentira. No llevaban todos los caminos a Roma.
Desde este laberinto ruidoso, habitado por sombras anodinas, escogí aquella senda por la que no va nadie, al menos hoy. El invierno es ideal para viajar. En mi caso. Cuando sales de caza, con la escopeta cargada.
Capturé muchos cazadores tomándose un menú del día en las terrazas de aquellos templos celtas, ahora destrozados:pulidos, reinventados, relamidos, pintados de un suave y dulce-empalagoso- tono pastel. La cabeza de un jabalí en una esquina, una chimenea que sí tiene leña, poca, débil, crepita en el silencio que se hace cuando entro . Ellos, mis presas, charlan vehementemente, ajenos a mi mira telescópica. Sobre sus nenes. Sus viajes a la Selva negra y a Praga. Sobre sus mujeres. Sus perros. Sus trofeos. Sus patadas a sus perros y trofeos. Sus viajes veraniegos con sus mujeres y nenes, sin matar y sin patadas;y sus viajes a matar con sus perros, sin sus mujeres y sus nenes. Sus, sus, sus, sus. Ellos lo contaron así, no yo.
Después se estrechan estas sendas de polvo y yesca y se adentran en tierras de nada ni de nadie. Un puerto, y un valle. Otro puerto, y otro, y otro valle, y otro más. Las últimas piedras romanas agotadas se diseminan. Desaparecen, al fin. Cada vez hay menos, y cada vez encuentro más oro en forma de sol y de belleza. Una belleza cruel, imperfecta, hermosa por desgastada. Del otro oro, ni rastro. Un zorro espantado corre hacia los matorrales. Hoy ha sobrevivido. Va en mi misma dirección. Dónde no se oye ya el estruendo del cañón apuntando a su cabeza, dónde no se oirá el delirante cuerno que anuncia que su cerebro está reventado en trozos en el maletero de un 4x4 que unos cuantos, demasiados, vendrán a ver al grito de guerra del más borracho.
Dónde las ruinas van tomando forma de hogar y perdiendo el olor a sangre y campamento.
Los halcones espían desde muy arriba esta minúscula silueta ingrávida que soy, avanzando hacia ninguna parte. El día es claro y sinuoso. Profundo. Tendrá noche, pero no fin. Me dejo llevar y me pierdo entre lo que queda de lo que una vez fue una vida. O tantas. Preguntándome porqué se fueron, quienes eran. Dónde están los que quedaron. Tal vez algo de mi ...No sería imposible. Ya no. Miro la madera agrietada, las callejas en cuesta, los balcones encima, los tejados debajo. Y esos cerrojos nuevos, tan brillantes, todos iguales. Trancando nada. O tal vez trancando algo que alguien sabe que dejó allí, aunque los demás no lo veamos. Por si algún día regresara; que es bastante improbable, dado el tamaño inmenso de los candados y la distancia infinita entre el antes y el ahora.
Me paro un momento y fijo mis ojos en unas hierbas verdes, intensamente verdes, que han inundado unas escaleras pulidas y empinadas, sin barandilla, surgiendo entre las grietas de pizarra. Que verde es ahora la victoria; la vida sustituyendo a la vida brilla bajo los rayos oblicuos del atardecer. Como aquel oro que llevaron a Roma, dónde estos caminos no van, sino que huyen.
De aquí todos huyeron.
Otros, hoy, huimos de allí.
Se encuentra tanto de uno mismo en esos lugares dónde está prohibido ir a buscar. Se vuelve tan distinto de cualquier sitio a dónde has tardado tanto tiempo en llegar. O en volver. O tan parecido a lo que siempre has sido.
como siempre Moni, lo bordas tanto con la imagen que ilustra tu texto, como el texto en si, hondo, profundo, que te lleva a "otros caminos" a otras sendas, a un viaje en el tiempo. Y la caza, sus trofeos, su falta de sensibilidad... mirándose el ombligo. Hermoso leerte😘
ResponderEliminarY como siempre tus palabras me animan y me alegran,... es un lujo tenerte cerca, Katy....de verdad, Gracias!!
EliminarBesazo
Qué buena entrada Mónica. Eso si que es reciclar, me encantan esas botas/macetas.
ResponderEliminarTu reflexión abriendo tus sentimientos en canal es todo un viaje como el tema de Extremoduro lleno de frases memorables y guitarras que te elevan incluido el guiño a Bach.
Un abrazo amiga, un placer visitar tu blog
Es que Extremoduro...es un cofre lleno de tesoros...
EliminarMuchas gracias Fernando, es un placer para mí, te aprecio mucho, igual hasta se nota, jajjja.
Abrazo grande;)
Muy buena imagen... Me encanta esa añoranza de otros tiempos... Precioso todo
ResponderEliminarMuchas gracias amigo, viniendo de tí...es un honor, Ildefonso!
EliminarUn fuerte abrazo
Extraordinario relato y el bodegón es fantástico, me han encantado. Enhorabuena Moni por este trabajo, un fuerte abrazo desde el mar Cantábrico.
ResponderEliminarAyy, ese mar Cantábrico, que me acercas siempre, Germán....Muchísimas gracias amigo; un abrazo enorme desde las montañas:) Y un beso al mar :D
EliminarUn bodegón con mucho gusto y con el mérito de utilizar materiales deshechados.
ResponderEliminarDespués de posar la mirada en esta escelente imagen, he podido también disfrutar de tu buen hacer literario. tu entrada no puede ser más completa.
Besos
Muchas gracias Antonia! El mérito de la persona que lo hiciera, yo sólo hice una foto...
EliminarUn besazo, amiga :)
Bueno, yo es que no se por donde empezar, estoy en estado de "shock", esa foto, ese texto han vuelto a la vida piedras, cuero, alpargatas, pucheros...has abierto caminos olvidados que no estaban hechos para que entren ellos, los que violan, los que matan, los que queman, los que no sienten ninguna piedad ante los ojos del animal herido...
ResponderEliminarNo sigo, no puedo, lo imprimo.
Un beso.
Tu sensibilidad es del tamaño el Llambrión, más la vistas desde arriba....Nos gustaría haber hecho este viaje contigo y con Mila. Te habría encantado:)
EliminarOs quiero, besazos.
Ostras, Moni: qué bien escrito! Chapó, nada que objetar. Has descrito de maravilla el paisaje y el paisanaje. En la otra vertiente de esta sierra, la vertiente zamorana, los problemas son los mismos: principalmente que ya casi no queda nadie para quejarse ni nadie que los visite para contarlo. Tu texto está lleno de aciertos (y solo unos puntos suspensivos) :D
ResponderEliminarLa foto es una preciosidad. Y además está a millones de kilómetros de cualquier relamido tono pastel de pacotilla ¿Me equivoco?
Un beso, dos, y los que hagan falta
Jeejejje....No te equivocas, en esta ocasión :D:D, es broma, nunca te equivocas...sí, a millones de kilómetros estaba ese bodegón, de todo; a años luz, más bien.
EliminarPara que veas que te hago caso, pero bien!!...los puntos suspensivos, me estoy desquitando un poco en los comentarios:D.D
Muchas gracias, Xibeliuss...un besazo... :D
La foto es la mejor muestra de como es Aliste y, en general, toda la provincia de Zamora.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues vaya, me quedo pensativa; es una pena como se están quedando muchas regiones y comarcas llenas de riqueza cultural, paisajística, histórica...Es imprescindible su conservación,una pena. No se entiende ese desinterés por parte de los responsables y los gestores.
EliminarUn abrazo grande!!
·.
ResponderEliminarQuién haya compuesto ese bodegón está claro que no conoce ARCO. Sí que ha sabido plasmar la belleza de lo sencillo, de la ausencia del artificio.
Nadie se lo comprará, lo que tal vez sea un mérito añadido.
La música... una delicia.
Las letras... Toño condensa muy bien todo lo que se puede decir. Que escribes bien es evidente, y que aquí aflora mucha sensibilidad. Esos pueblos muertos resucitan un poco con tus palabras.
El maletero del 4x4 es una excelente metáfora de lo que se entiende por civilización.
Un beso, tres... o los que hagan falta para que vuelvas pronto.
.·
LMA · & · CR
Pues no sé quién lo compuso. Allí estaba; en una callejuela del pueblo. Tres personas lo habitan, en invierno, nos dijo una de ellas. Y así todo...
EliminarGracias, ñOCO. por tus palabras, siempre sabias, templadas, y por tu magia. Y por todo....
Dos besos (que uno es para la mujer casada que duerme contigo, leñe!!! que si no te lo quedas, :D
Magnífica descripción de un recorrido inolvidable...fue apenas un día, y sin embargo delante de nosotros pudimos ver como desfilaba desde lo efímero hasta lo infinito..
ResponderEliminar**bss**
A tu lado nunca es "apenas un día". Es un Universo:)
EliminarY ya.
¡Que preciosidad! Me encanta ese tipo de senderos, es más son alimento para mí alma. Un lugar donde esta prohibido ir a buscar... Me quedo con la frase, con tú permiso la introduciré en mi nuevo libro. No te preocupes, ya te le haré saber. Una joya el paseo.
ResponderEliminarGracias, Ricardo
Uy, encantada de que te quedes con la frase, un honor, coge las que quieras...jejje. Lo cierto es que hay lugares emocionantes, casi siempre los que hemos olvidado.
EliminarGracias a tí, Ricardo, un placer:)
La foto una maravilla, una muestra de que en las zonas rurales se recicla y los utensilios tienen una segunda vida.
ResponderEliminarLa historia me encanta. Tu forma de explicar te transporta al ese lugar ...
Un abrazo
Me enterneció esa imagen, más por estar allí. Es curioso como algunos lugares prácticamente deshabitados tienen vida propia.
EliminarMuchas gracias Esmeralda:)
Un abrazo grande
Hay ruinas que nunca pierden forma de hogar. Esa pizarra está preciosa. Quién abandonó ahí esos viejos cacharros no imaginó que se llenarían de vida.
ResponderEliminarMe encanta la entrada Moni.
Besos.
Muchas gracias Laura:)) Me alegro que te guste, un beso guapísima!!!
EliminarMe gusta mucho el relato pero esta foto es una delicia absoluta, un recicle de cacharros que han encontrado una segunda vida como tiestos que adornan la pared.
ResponderEliminarSalu2
La piedra, la pizarra, la bota, las dos ollas, la tartera, la decadencia de las plantas... Todo ello ya lo he visto, vivido, antaño. Y en un paraje igual, si no es el mismo. Pues todo ello, lo que reflejas y comentas siempre está "ahí".
ResponderEliminarUn detallado relato, visual también, que me ha permitido acompañarte... Quizá mañana deje de ser virtual :)))))
Abrazos Moni.