Hoy no hay que hacer ninguna gestión. Ningún papel en la carpeta, ninguna carpeta. Caminas por la ciudad tranquilamente, como a ti te gusta y, aunque no te guste la ciudad, no lo parece. Tus botas camperas negras y puntiagudas llaman la atención. Tú llamas la atención. De haber sabido que haría este calor, no habrías puesto la chaqueta. Te la quitas y te la echas al hombro. La gente parece que va helada, y no entiendes porqué.
Para ti es tan natural que te miren desde abajo que no te das cuenta de lo injusta que les parece a los demás la vida cuando lo hacen. Los demás: esos que pululan alrededor tuyo como moscas desorientadas, buscando panales de miel en invierno. Para ti no existe el concepto "los demás", te lo impongo yo mientras te hago caminar despacio, parándote en los escaparates de cacharros, de móviles, de llaves y martillos, de cosas para los coches, de camisetas enanas y demasiado cortas.
Caes bien. Te gusta hablar, aunque eres tímido; y perder el tiempo creyendo que lo ganas. Te gusta el día de descanso y la gente, a veces, también. Casi siempre, mejor dicho. Te gusta casi todo porque no tiene porqué ser de otra manera.
No como a mi, que te sigo y te dibujo al mismo tiempo. Que no me gusta casi nada porque no sé cómo es la otra manera.
Te paro ahora un momento a saludar a una chica que conoces. Es guapa, es simpática. Charláis un rato y le cuentas un anécdota que a ella le importa un pimiento, aunque se ríe y te escucha, y te escucha y se vuelve a reír.
Todos esos demás saben muchas cosas de ti, pero ninguna. Porque esa ninguna no te la han preguntado nunca. Bueno, una vez sí; te la pregunté yo. Y te quedaste, y yo no me fui.
Tu paseo continúa porque no tiene porqué ser de otra manera, y me metes prisa: cruzas la calle en rojo porque no pasan coches, y no tienes porqué esperar. Y si tuvieras que esperar, lo harías. Porque tú, sabes esperar como nadie de todos esos demás sabe. Al fin te alcanzo y ya estás charlando otra vez, conoces a tanta gente como la que desconozco yo. Te pregunto: ¿quién era?...y me contestas, fulanito o menganita, pero no sabes más, no me respondes a todo lo que quiero saber y te hace gracia mi curiosidad. Yo, sin embargo, conozco casi todo de los pocos demás que conozco, pero no sé nada de ellos, y si alguna vez lo supe, quise volver al principio y desaprenderlo.
Decido que tomes un café en una terraza preciosa del centro, cerca ya del coche. Cuidadosamente posas la chaqueta en una silla y te sientas en la de al lado. Miras el móvil un momento y lo dejas encima de la mesa, de salvapantallas tienes puesto un lobo tranquilo y solitario, quizás nostálgico de algo. Te pides dos cafés solos porque si te pides uno doble, te ponen doble de agua, no de café. Siempre pasa lo mismo con el café, y te hace gracia que no lo entiendan. Se lo explicas al camarero y él sonríe.
Decido tomarme un café a tu lado. Como siempre, no le pido dos azucarillos porque no entiendo que sólo pongan uno; se lo pido luego y a mi no me hace gracia, y al camarero tampoco; me enfada, y a ti te gracia que me enfade, y reímos juntos por cosas distintas que son la misma para ti y para mí, y ya no me da tiempo a decidir qué pasará luego. Además, no puedo. Porque el concepto de "luego" es como el de "los demás", para ti, no importa. Y no tiene porqué ser de otra manera.
Creen que saben quienes indagan e intentan descubrir lo que se esconde detrás de una coraza.
ResponderEliminarA mi me basta con la limpieza de esa mirada...
Un abrazo, grande.
Me recordaste al decir eso al caballero inexistente de Xibeliuss, y que, detrás de su coraza, no había nadie:)
EliminarLa mirada de ese lobo en aquel día, en ese momento, es de lo más bonito que he visto en mi vida.
Besazos, rey de los bosques.
Eres la bomba tanto haciendo fotos como escribiendo. Esa mirada es auténtica donde las haya.
ResponderEliminarUn abrazo Mónica
Muchas gracias, Fernando.
EliminarUn abrazo grande!!
No sólo noos muestras la habilidad con la cámara y su edición. El texto revela que tienes venas de escritora,. Sabes muy bien lo que quieres transmitir y decir en tus hermosos escritos.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Antonia. Yo no lo tengo tan claro, jeje, pero lo intento:)
EliminarUn beso enorme.
Cada día me sorprendo más a leerte. Eres increíble Moni "Y no tiene porqué ser de otra manera."
ResponderEliminarFrase para enmarcar: "Yo, sin embargo, conozco casi todo de los pocos demás que conozco, pero no sé nada de ellos, y si alguna vez lo supe, quise volver al principio y desaprenderlo" Tiene tema
Realmente casi nunca sabemos nada de los demás porque vamos más a lo nuestro y no valoramos al otro como se merece, y otras porque porque no hay nada que saber.
Me ha encantado y tomo nota de los dos cafés. La foto del lobo preciosa, solo le falta hablar.
Y otras porque no nos dicen más que trolas...Jejeje, mi Katy, muchísimas gracias por todo, eres muy grande, Princesa:)
EliminarUn beso.
·.
ResponderEliminarCon solo los tres comentarios anteriores ya te han dicho mucho más de lo que yo pudiera Un animal magnífico. decirte.
Es cierto, tienes maneras de escritora así que debes seguir ese camino.
En cuanto a la fotografía, me encanta el procesado aplicado, y esa mirada... de un animal magnífico.
Un beso
.·
LMA · & · CR
¿Qué camino?...Pues estamos listos, ¿sabremos gestionar el éxito, Alfonso? Mira que yo no soy Elisa :D Jejejeje
ResponderEliminarSí que es un animal magnífico. Gracias,Alfonso, muchas gracias...
Besos, muchos.
Que miraba??... Ese lobo enamora Moni.
ResponderEliminarQue bien salen las palabras de tu mano para encajarlas en el relato.
Sabes hacerlo niña.
Buen fin de semana.
Un abrazo.
Pues fíjate, Laura, miraba a la nada, al paisaje, me sorprendió ese lobo y su mirada, mi foto no es buena, hice lo que pude porque llovía a mares; pero ponía la piel de gallina ver sus ojos perdidos, parece que soñaba...Increíble.
ResponderEliminarMuchas gracias, guapa, muy buen fin de semana también!!!
Un besazo
Muestra tanta paz y tranquilidad que hasta parece extraño ... nunca he visto un lobo, zorros sí, los hay por mi pueblo...
ResponderEliminarQue bien dominas las palabras y que bien las juntas ... sigue el camino que quieras pero continua explicándonos historias
Un abrazo
Pues anímate a visitar Sanabria, Esmeralda, allí los verás el el centro de interpretación del lobo ibérico, y muy de cerca. Y de paso la maravillosa comarca zamorana.Muchas gracia, un beso;)
EliminarUn relato muy bien construido. Exponiendo pensamientos que muchos tenemos y no somos capaces de expresar. Un abrazo. Me encanta el lobo, me fascina.
ResponderEliminarMuchas gracias, Valverde. Compartimos esa fascinación:)
EliminarUn abrazo grande!!
Toda una belleza en esa mirada... Y en tus palabras...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Muchas gracias Ildefonso, me alegra que te guste!
EliminarUn gran abrazo, amigo
¡Pobre lobo! Parece que a lo largo de la historia siempre ha sido el enemigo número uno de los humanos, incluso en lo cuentos y lamentablemente lo sigue siendo. Bien pensados ese par de cafés para evitar uno largo de agua, siempre es un placer leerte y sentir lo que sientes en cada relato que nos regalas.
ResponderEliminarBesines utópicos.-
Muchas gracias, Irma, encantada de tenerte cerca siempre. El lobo es un proscrito, un testaferro, un "cabeza de turco" de las miserias de otros, sin entrar a más debates. Y también es una extraordinario depredador, un especialista, y sobre todo, un superviviente. Al menos de momento. Casi nada.
EliminarUn abrazo enorme y besines utópicos:)